Eres autista, ¿y me lo dices ahora?

IMG_6262.PNG

 

¿Cómo saber quien soy realmente después de toda una vida huyendo de mí misma? ¿Cómo aceptarme tal y como soy a sabiendas de que eso implica aceptar como mías todas esas dificultades que he intentado negar?

Un elefante que se creía pájaro, que se esforzaba por ser un pájaro como los demás y que por más que se esforzase, no lo conseguía. Un elefante que se esforzaba hasta la extenuación tratando de hacer piruetas que los demás pájaros hacían de forma totalmente espontánea y natural. Y un elefante que ya estaba cansado, muy cansado y ya no quería seguir intentando ser pájaro nunca más.

¿Como recuperar mi verdadera identidad si la he machacado, insultado, renegado de ella y enviado a un rincón tan oscuro y profundo que no se dónde buscarla? ¿Realmente queda algo de mí misma escondido dentro de este personaje secundario y anodino que me he visto obligada a crear para sobrevivir en sociedad? Y la respuesta es sí.

Había una persona cuya mirada siempre proyectó aceptación y amor hacia mi. Alguien que a pesar de conocer a mi personaje, quiso saber qué se escondía tras de él. Y fui desnudando mi alma, liberándome de tantos prejuicios, sintiéndome cada vez más libre hasta que me armé de valor, para mostrarme sin filtros.
Por suerte, la esencia de mi yo más profundo no había sido destruida por completo. Estaba presa,  reducida en un pequeño frasco pero, al menos, seguía estando y eso la hacía recuperable.

Soy yo cuando mi hipersensibilidad sensorial me lleva al colapso y a padecer migrañas insufribles, pero también soy yo cuando disfruto de esta hipersensibilidad y me quedo un ratito más en la cama con mis pequeños sintiendo su olor y el tacto de su piel, único e inconfundible para mi e imperceptible para el resto.

Soy yo cuando hablo en mi lengua nativa, el lenguaje escrito. He aprendido el lenguaje oral para poder sobrevivir y porque es el que hablan personas a las que quiero, pero sobretodo soy yo cuando me permites expresarme por escrito, en mi lengua nativa, sin juzgarme por ello.

Soy yo cuando no cumplo las normas sociales establecidas sobre felicitaciones de cumpleaños y demás fiestas, pero también soy yo cuando a pesar de eso, cojo el teléfono y haciendo una excepción, te felicito porque se que es importante para ti y yo te quiero.

Soy yo cuando la ansiedad se apodera de mi al sentir que pierdo el control, que el resultado no es el que esperaba o que no puedo predecir lo que va a pasar para poder anticiparme. Pero también soy yo cuando me tomo el tiempo necesario, aprieto los puños con fuerza, respiro profundo, miro a mis hijos y salgo afuera a comerme el mundo.

Soy yo cuando me bloqueo socialmente y no puedo emitir una sola palabra lúcida y también soy yo cuando me sumerjo en esas conversaciones maravillosas, en la intimidad de mi hogar y de mi familia.

Soy yo cuando difícilmente consigo llegar a casa con todas las pertenencias con las que salí de ella sin haber perdido alguna. Pero también soy yo cuando de forma tan cuidada y minuciosa preparo y organizo alguna de las actividades que tanto me apasionan.

Soy yo cuando me pierdo en una calle paralela a la de mi casa, pero también soy yo cuando GPS en mano o incluso haciendo un sobreesfuerzo por preguntar a un desconocido, finalmente siempre consigo llegar a mi destino.

Soy yo cuando hago un chequeo propio de un escáner tipo láser en dos segundos en busca de cualquier tipo de imperfección imperceptible a cualquier ojo humano, pero también soy yo cuando a pesar de la lista de imperfecciones,  sonrío con mirada de aprobación porque se que hay cosas maravillosas en su perfecta imperfección.

Soy yo cuando me aferro a mis rituales y rutinas oponiéndome a cualquier tipo de pequeña variación, pero también soy yo cuando lanzo al cubo de basura más cercano sin titubear cualquier costumbre, tradición o enseñanza irracional o carente de funcionalidad.

Soy yo cuando trazo esa línea invisible a mi alrededor que no me gusta que los demás sobrepasen, pero también soy yo cuando me fundo en esos abrazos que no solo abrazan la piel, sino el alma, y que sin querer, me hacen cerrar los ojos.

Soy yo cuando me resulta difícil ponerme en el lugar del otro para entender su visión de las cosas, pero también soy yo cuando hiperempatizo con el sufrimiento de otras madres, ante la impasibidad de otros.

Casi siempre de extremos, a menudo blanco o negro, todo o nada, llena de fortalezas y de dificultades ¿Pero, sabes una cosa? Cuanto más me acerco a la que soy en realidad, más me gusta lo que veo.
No ha sido fácil llegar a los 33 años desconociendo que estoy dentro del espectro autista. Intentando entrar en un molde en el que para encajar, he tenido que retorcer brazos y piernas hasta el punto de no reconocerme. Pero sobre todo, sabiendo que por mucho que me esfuerce, mi mente no es ni será nunca neurotipica, y odiarme por ello.

Probablemente con un diagnóstico más temprano, mi autoestima no se hubiera visto machacada de esta forma, sin embargo, una cosa si tengo clara, aunque tarde, al menos ha llegado. El diagnóstico me ha traído calma y serenidad. Me ha traído la pieza que faltaba para poder hacer encajar el puzzle de mi vida y como no, también ha traído respuesta a millones de preguntas que bombardeaban mi cabeza desde niña.

Este es el motivo del silencio que llevo guardando  varios meses y de la necesidad que he sentido de vivirlo hacia dentro, asimilarlo e interiorizarlo para poder seguir, ahora sí, queriéndome por lo que soy.

A veces para poder seguir, hay que empezar desde cero.

Pd: Hay algunas personas que dicen «apreciarme» en cuyos ojos puedo ver un atisbo de decepción por la persona que les hubiera gustado que fuese y nunca llegaré a ser. A todos vosotros solo puedo deciros que lamento mucho que ese sea vuestro sentir porque yo sí que he conseguido ser la persona que siempre he soñado ser: yo misma.

Gracias a tod@s los que a lo largo de estos meses de silencio os habéis interesado por mi y me habéis animado a escribir.

Como siempre, sentiros libres de compartir mis relatos con el fin de que puedan llegar a todas aquellas personas a las que les pueda resultar de utilidad su lectura.
Hay relatos que al leerlos actúan como bálsamo para las heridas del corazón. Escribir es el bálsamo que cura las mías.

21 comentarios sobre “Eres autista, ¿y me lo dices ahora?

  1. Maravillosa, como siempre.
    No dejes nunca tu lengua nativa, por favor. Escribir te hace bien y nos hace aún mejor quienes te leemos. Gracias por abrirte así, ojalá tenga la capacidad de hacer sentir a mi pequeño neurodiverso que su mejor versión es tal y como es. Ojalá él se sienta tan empoderado como tú te encuentras ahora con tu diagnóstico.
    Un abrazo escrito ❤

    Le gusta a 1 persona

  2. Marta… emocionas en cada frase, tu lengua nativa despierta sentimientos dormidos… me alegro de la tranquilidad que te da tu diagnóstico, también los años nos ayudan a aceptarnos como somos y a querernos tal cual… yo cada vez más huyo de las situaciones en las que tengo que fingir ser quien no soy…no me hacen feliz. Maravilloso volverte a leer. Besos!

    Le gusta a 1 persona

  3. Eres un elefante que consigue hazañas inalcanzables para muchos pájaros, cómo liberar a la esencia de tu yo más progundo por ejemplo, enhorabuena.
    Me gusta tu lenguaje nativo, yo también estoy cómoda en él. Es el lenguaje del alma, el que nos enseña lo que tanto me encanta y admiro de ti, TU YO.
    El fin de todos es ese, el que tú estás consiguiendo. Conocernos y respetarnos a nosotros mismos, con nuestras luces y nuestras sombras, lo has relatado muy bien.
    Tu bálsamo nos ayuda a entender que hay una gran cantidad de personas, como se suelen denominar neurotípicas, y que en los extremos de la curva, al menos en uno, se encuentran las personas como tú, sencillamente ESPECIALES Y MARAVILLOSAS. Muchas gracias.

    Le gusta a 1 persona

  4. Te leo y me siento identificada. ..totalmente. Hace un año que diagnosticaron a mi niño de 11 como Asperger. ..encontré en ese diagnóstico tantas respuestas! Hoy sigo leyendo, estudiando sobre autismo y tengo dudas. ..No seré yo también una «sobreviviente » en este mundo neurotipico? Transito esa duda buscando una respuesta mientras trato desesperadamente de acompañar a mi hijo en su duro camino. ..Gracias por compartir tu intimidad en este testimonio.

    Le gusta a 1 persona

  5. Bonitas palabras y reflexiones emotivas, aceptarse uno tal y como es es la clave para el bienestar cotidiano y cuando llegas a conocerte solo es el amor que sientes por ti y por los demás lo que te hace grande. Gracias a A.R.M.por esta recomendación.

    Le gusta a 1 persona

  6. Mil gracias por compartir, yo recién he empezado la travesía con mi pequeño de 10 años, confundida y con muchas dudas, buscando recursos para el que le ayuden a vivir una buena calidad de vida, pero amandole mas que nunca, gracias por escribir, tus palabras son como un bálsamo que trae esperanza a mi corazón.

    Le gusta a 1 persona

  7. Hola. Llevo desde agosto-17 esperando con muchísima ansiedad que me llamen para diagnosticar si estoy o no dentro del espectro. La ansiedad me está llevando a la depresión, no puedo más. He leído tu testimonio en autismodiario y me parece leer casi el propio. También vuelco en letras el contenido de mis tristezas (la alegría me motiva menos) desde hace muchos años. Supero los cincuenta y voy escaso de fuerzas … También con una máscara, viviendo en un robot biológico. Ahora que encaja todo, tras una concienzuda investigación que sé que no debería haber hecho para no contaminar mis respuestas, tengo miedo a recibir otro diagnóstico diferente, cuando por el contrario me pareció muy mal que me dijeran que tenía rasgos autistas diferentes personas. Ni el psiquiatra ni las dos psicólogas plantearon esta opción pero barajaron la personalidad esquizotípica … en la que no encajo a la perfección.
    En fin. Paciencia.

    Le gusta a 1 persona

Deja un comentario